30 de junio de 2010

Londres 3

Terrence Dodgson entró a la habitación contigua; el salón de baile. Las puertas se resistieron ligeramente a abrirse, pero el hombre logró apartarlas de su camino.

En cuanto colocó un pie en la habitación, esta se iluminó y el canto de varios instrumentos llegó a sus oídos mientras observaba; con una bizarra mezcla de asombro y terror, la fiesta que se llevaba a cabo en su interior.

El salón era, particularmente bello, al lado opuesto de la puerta se encontraba un gigantesco ventanal, del techo colgaba un majestuoso candelabro compuesto por miles de piezas de cristal; todas reflejando una gran cantidad de luz, el suelo se hallaba cubierto por pulcros mosaicos de color perla y las paredes habían sido pintadas del mismo color, adornadas también por cortinas grises de una tela muy fina.

En medio del salón, había una gran multitud, todas bailaban al ritmo de la orquesta que, tocaba en un rincón del enorme lugar.

Sin embargo, había algo oscuro en aquel baile, algo macabro, terriblemente vil.

Terrence caminó entre aquellas personas, ninguna parecía notar su presencia, todas estaban ausentes, hipnotizadas por la música y sin control de su cuerpo. Sus rostros lucían pálidos y sus ojos estaban perdidos en el vacío. Sus bocas estaban mudas, sus oídos sordos ante cualquier cosa que no fuera la música del violín.

"Terrence," le llamó una voz entre la multitud.

El hombre volteó a ver a su alrededor desenfrenadamente, en busca del origen de aquella voz. Finalmente, divisó a una mujer, la cual le observaba cálidamente con una dulce sonrisa adornando su rostro.

El rostro de Terrence se iluminó, sus ojos se humedecieron ante tal visión, estaba tan feliz, tan aliviado al ver que aquella mujer estuviera con bien.

"¡Kathia!" exclamó con euforia, corriendo hacia ella y rodeándola con sus brazos.

"Te estaba esperando," dijo ella, su voz y su rostro habían permanecido inmutables. "Pensé que no llegarías, pensé que… me quedaría sin pareja de baile…"

"¿De qué hablas?" preguntó Terrence soltando a Kathia, se veía invadido por una gran confusión.
"El baile," insistió Kathia, "bailarás conmigo, ¿verdad?"

Las manos de Terrence fueron sujetas por las de la mujer, eran frías y pálidas. El hombre liberó sus manos y retrocedió unos cuantos pasos.

La música cambió de ritmo, ahora, era rápida y violenta. Los presentes comenzaron a girar mientras se deslizaban por el salón. La música subía de velocidad a cada segundo y, de igual manera su intensidad. La luz tomó una tonalidad oscura y, al exterior del ventanal, podía divisarse una tormenta aproximándose.

"Únete al baile," insistió Kathia, una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro. "¡Únete, olvídalo todo, tan solo baila!"

La luz comenzó a parpadear y el rostro de los presentes comenzó a transformarse de una manera lúgubre y grotesca.

Terrence corrió hacia la puerta, esquivando a las parejas que, mientras bailaban, reían de manera macabra.

"¡Únete!" gritó Kathia con gran fuerza y agudeza, la orquesta calló y el ventanal se quebró, sobre la multitud cayó una gran cantidad de polvo de cristal, acompañado por las frías gotas de lluvia que la tormenta traía consigo, las luces se apagaron y el edificio se vio sumido en una oscuridad absoluta.

1 comentario:

R dijo...

Adoro como escribes *w* suena tan profesional y ese ambiente que se va haciendo mas denso conforme avanza el escrito x33